Malta es conocida por muchas cosas: su historia fascinante, sus playas de aguas cristalinas y su clima mediterráneo. Sin embargo, hay algo más que llama la atención de quienes visitan la isla: la gran cantidad de gatos que viven libremente por sus calles y la dedicación con la que son cuidados por la comunidad.
Una tradición que viene de lejos
El vínculo entre los malteses y los gatos tiene raíces históricas profundas. Se cree que estos felinos llegaron a la isla hace siglos a bordo de barcos mercantes, donde eran empleados para controlar las plagas de ratones. Con el tiempo, se fueron estableciendo en pueblos y ciudades, convirtiéndose en parte del paisaje urbano.
A diferencia de otros lugares donde los gatos callejeros pueden ser vistos como una molestia, en Malta se les considera parte del entorno y son tratados con respeto y afecto. De hecho, hay evidencia de que incluso los Caballeros de Malta, en la época medieval, valoraban la presencia de estos animales en la isla.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los ciudadanos de Malta escondían su comida bajo el suelo para protegerla de los bombardeos y del hambre que azotaba la isla. Los gatos desempeñaron un papel crucial en este período, ya que ayudaban a mantener a raya a las ratas que podrían haber consumido estos valiosos suministros. Este hecho reforzó aún más el respeto y la gratitud que los malteses sienten hacia estos animales.
Colonias organizadas y protegidas
Uno de los aspectos más llamativos del cuidado de los gatos en Malta es la organización de colonias felinas. A lo largo de la isla, se pueden encontrar pequeños refugios, platos de comida y bebederos instalados por voluntarios y residentes locales que se encargan de alimentar y vigilar la salud de los animales.
Muchos de estos cuidadores pertenecen a organizaciones de bienestar animal que promueven el programa TNR (Trap, Neuter, Return), un método que consiste en atrapar, esterilizar y devolver a los gatos a su entorno para controlar la población felina sin recurrir a la eutanasia. Gracias a estas iniciativas, la isla ha logrado mantener un equilibrio en el número de gatos callejeros sin que esto represente un problema para el ecosistema o la comunidad.
Un símbolo de la cultura maltesa
Los gatos han adquirido un significado especial dentro de la cultura maltesa. Son vistos como guardianes amigables de la isla y se han convertido en un atractivo turístico más. Es común ver a los visitantes fotografiando a los gatos que descansan en las murallas de Mdina o en las calles empedradas de Valletta. Algunos comercios y cafeterías incluso han adoptado a gatos como parte de su identidad, permitiéndoles vivir en sus instalaciones.
Protección legal y apoyo de la comunidad
El respeto por los gatos también se refleja en las leyes de Malta. Maltratar o abandonar a un animal está penalizado, y hay normativas que garantizan su bienestar. La Agencia de Animales de Malta y diversas ONGs trabajan constantemente para garantizar que los gatos reciban la atención necesaria y, en muchos casos, se fomenta la adopción de aquellos que pueden vivir en hogares.
Un modelo de convivencia con los animales
Malta ha logrado crear un entorno donde los gatos y las personas pueden coexistir en armonía. Este modelo de cuidado felino demuestra que es posible respetar y proteger a los animales callejeros sin afectar la calidad de vida de los ciudadanos. Además, la relación entre los malteses y sus gatos refleja una filosofía de respeto hacia todos los seres vivos, un valor que se ha transmitido de generación en generación.
Para quienes visitan Malta, la presencia de estos felinos es una muestra más del carácter acogedor de la isla. Y para los malteses, los gatos son un recordatorio de su historia, su cultura y su compromiso con el bienestar animal.